Cuando llegamos, ahí estaban los compañeros contemporáneos de Ana Luz. Nos ubicamos a unos 15 metros a cada lado de ellos mientras un avión de reconocimiento sobrevuela lentamente a baja altura y al alcance de nuestro fuego, provocándonos para detectar nuestra posición por el chispazo del cañón y el eco de la detonación de los disparos. David disparó una ráfaga y nos detectaron siendo eso el detonante que da lugar a este relato.
Reconcentraron el fuego sobre nosotros con tanques, bombas aéreas y por tierra la EEBI y CONDECA avanzaba disparándonos intensamente. Respondimos con fuego y de repente tengo de frente al avión que nos bombardeaba, al que descargué el magazine de mi poderoso FAL. Sus balas no me alcanzaron, pasó y le sigue otro avión que venía detrás. De su ala salió un humito y casi se me sale el corazón por la boca. Era un cohete dirigido hacia mi. Por instinto salté por los aires casi al mismo tiempo que el cohete explotó en el árbol que me protegía. La onda expansiva me expulsó varios metros mas allá y al caer en tierra, mi sangre acalorada salía a borbollones de mi cuerpo tiñendo de rojo mi camisa , mi fusil, mis ojos. Una de las compitas pasó la voz de que yo estaba herido y la voz de María Libertad serpenteo entre los pinares susurrando que tenían que sacarme. Una esquirla partió en dos la arteria principal del brazo derecho, desbarató el codo, mientras la EEBI avanzaba disparándo hacia mi, quien inamovil me seguía desangrando en el cerco de la muerte en que estaba atrapado y no había ninguna opción posible de salir con vida según la razón y la lógica de naturaleza humana.
Reconcentraron el fuego sobre nosotros con tanques, bombas aéreas y por tierra la EEBI y CONDECA avanzaba disparándonos intensamente. Respondimos con fuego y de repente tengo de frente al avión que nos bombardeaba, al que descargué el magazine de mi poderoso FAL. Sus balas no me alcanzaron, pasó y le sigue otro avión que venía detrás. De su ala salió un humito y casi se me sale el corazón por la boca. Era un cohete dirigido hacia mi. Por instinto salté por los aires casi al mismo tiempo que el cohete explotó en el árbol que me protegía. La onda expansiva me expulsó varios metros mas allá y al caer en tierra, mi sangre acalorada salía a borbollones de mi cuerpo tiñendo de rojo mi camisa , mi fusil, mis ojos. Una de las compitas pasó la voz de que yo estaba herido y la voz de María Libertad serpenteo entre los pinares susurrando que tenían que sacarme. Una esquirla partió en dos la arteria principal del brazo derecho, desbarató el codo, mientras la EEBI avanzaba disparándo hacia mi, quien inamovil me seguía desangrando en el cerco de la muerte en que estaba atrapado y no había ninguna opción posible de salir con vida según la razón y la lógica de naturaleza humana.
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